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Caminando por Palermo




Caminando por Palermo se caen un montón de mitos que han sido creados de una u otra forma por el cine.
En mi caso por culpa de las películas de El Padrino aunque también por los libros y series del comisario Montalbano, por ende, Andrea Camilleri y uno se la imagina algo más parecida a la anarquía hecha ciudad llamada Nápoles, pero no, es totalmente diferente. Palermo es una ciudad más bien tradicional, de calles largas y limpias, de plazas, peatonales y parques bastante cuidados, con un transito bastante más ordenado, pero como decíamos anteriormente no todo es lo que parece en Palermo como en el resto de Sicilia. Recordemos que el aeropuerto palermitano oficialmente llamado Falcone-Borsellino, el cual tiene dicho nombre en homenaje a 2 jueces asesinados por la mafia local no hace mucho tiempo y buena parte del comercio legal e ilegal que hay en Palermo lo maneja dicha organización criminal a vista y paciencia de la policía. Pero más allá de ese cruce imaginado entre Coppola y Camilleri y lo que encontramos, Palermo no decepciona a quien llega por primera vez. Es una ciudad que recuerda de buena manera su pasado arquitectónico con edificios que vienen desde el período normando (catedral) hasta el modernismo fascista que se refleja en el edificio de La Poste Italiane (-el correo-), o  sea, es una especie de museo abierto al aire libre, pese a ser arrasada como muchas ciudades italianas por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial.

Quattro Canti, Palermo


Nosotros partimos nuestro recorrido por las calles de Palermo por la vía Roma, luego tomamos la avenida Vittorio Emanuelle por unas cuadras hacia el norte hasta llegar hasta la Quattro Canti (algo así como las Cuatro Fuentes), la cual es un excelente ejemplo de arte neoclásico incrustado en el medio de la ciudad. Luego seguimos caminando por la vía Maqueda, una especie de calle transformada en una peatonal -pero eso sí, despierta recién después de las 10 am- donde hay básicamente tiendas de ropa y zapaterías, algo que vuelve locos a los italianos (no importa el género) por igual sean estos sicilianos, napolitanos, romanos o florentinos.  Luego seguimos por la Vía Maqueda hasta que llegamos al Teatro Massimo, otro ejemplo de neoclasisismo bastante bien cuidado rodeado de árboles y de asientos donde algunos jubilados se ponen al día de las novedades y chismes de ocasión. Pero al llegar ahí, nos devolvimos nuevamente por la vía Maqueda para volver a pasar por las Quattro Canti, ya que nos había quedado pendiente otra maravilla arquitectónica similar: la Fontana Pretoria.  Esta fuente se encuentra enfrente del Palazzo Pretorio (que funge como  una especie de mural histórico de las hazañas de la sociedad -mejor dicho- de la élite palermitana en los últimos 200 años) siendo de una clara inspiración neoclásica,  realmente un verdadero imán o faro para quienes andan con una cámara fotográfica por las calles del centro de Palermo. Tras sacar las fotos de rigor, nos fuimos de la Fuente Pretoria, para seguir con dirección hacia el Palazzo Reale ubicado a pocas cuadras de ahí.

imagen de la Fontana Pretoria, Palermo


Para ello nos fuimos por la misma Vía Vittorio Emanuelle de donde habíamos llegado, que tras algunas cuadras hacia el sur deja de ser una calle con tránsito de vehículos, mejor dicho de motos, para convertirse por algunas cuadras en una peatonal, donde se encuentran las oficinas de turismo local (que mucho no ayudan), tiendas de souvenirs donde venden camisetas (remeras/playeras) con imágenes de don Corleone y la Mafia y de fondo con la música de la película El Padrino. Lo anterior debe ser un estereotipo que me imagino, tiene hasta las pelotas a los locales, pero en todos lados negocios son negocios y hay que vender la marca local que queramos o no se asocia con los mafiosos engominados y de habla rara como Don Corleone, aunque honestamente creo se parecen realmente más a los Cuffaro o Sinagra que aparecen en las páginas de los libros de Andrea Camilleri que al personaje encarnado por Marlon Brando.  Tras sentarnos un rato para descansar, seguimos caminando por la vía Vittorio Emanuelle pero pronto nos encontraríamos con una joya arquitectónica que no la esperábamos venir, la Catedral de Palermo. De una clara inspiración normanda (descendientes franceses de los vikingos), está inalterable, como si el paso de los años no le hiciera ninguna mella. Pero tanto como la catedral, me llamó la atención que en un costado funcionara un liceo (escuela secundaria) dándole un aire de vida a todos estas joyas del pasado, usando la plaza que rodea a la escuela y a la Catedral como patio para el recreo escolar.. Pensaba en ese instante como debe ser crecer en Palermo rodeado de Historia, que no tienes que verla en los libros o que te explique un profesor sin vocación docente que sólo te enseña de mala gana para ganar algunos pesos para terminar el mes, sino que creces rodeado de ella sin intermediarios. Más allá de esa alegoría al ñoño, la Catedral de Palermo no deja de ser una construcción interesante, ya que es más parecida a un castillo que defenderá la fe de los paganos (sic) a una catedral barroca de esas que uno abundan por América Latina (pero no en Brasil).

Catedral, Palermo


Luego de pasar por la catedral, nos dirigimos por la misma Vía Vittorio Emanuelle por algunos minuto hasta llegar a la llamada Porta Nuova (Puerta Nueva) que es la puerta de entrada y salida a una parte de la ciudad donde se encuentra el Palazzo dei Normanni (palacio de los Normandos o Palacio Real).  Este vetusto edificio es la sede del poder político previo a la unificación de Italia y que ahora sirve como la sede del Parlamento de la Región de Sicilia. Pensaba, si hasta edificios hermosos tienen estos desgraciados de la clase política local. Pero más allá de este  ataque anarcopunk de quien escribe este pasquín electrónico de viajes, uno no para de ver en Palermo edificios y joyas arquitectónicas que en muchos casos son patrimonio de la humanidad, pero que para la población local son parte del paisaje, no sólo son pasado sino que son parte de su presente y futuro. Tras llegar hasta la plaza que rodea al Palazzo dei Normanni, nos sentamos un rato a mirar el día a día de los locales, para volver a cruzar por la Porta Nuova, para seguir por la Vía Vittorio Emanuelle y luego perdernos por las calles del centro de la ciudad.


Porta Nuova, Palermo


Palermo, algunos tips:


Comer no es un problema en Palermo, se pueden picotear porciones de pizza, cannolis y arancinis (la especialidad local) a precios más que decentes. Hay restoranes que ofrecen menues desde más de 10 euros, pero esta ciudad es para ser caminada.

El comercio (incluso el ambulante) parte después de la 10 am. Más temprano parten los mercados como el de la Kalsa, pero a las 14 horas ya cerró hasta el día siguiente.

Los museos  y edificios históricos no son baratos, tienes que tener un presupuesto adicional.

Después de las 13:30 horas hasta las 16:00 Palermo se ve envuelta en las manos de la siesta, siendo un horario ideal para recorrerla a pie a menos que se caiga atrapado en las fauces de ella.

La oficina local de turismo, ubicada a pocos pasos de la Piazza Bologni sólo atiende una señora amable pero sólo habla en italiano, con suerte algo de inglés y nada de castellano.

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