Volkstheatre, Viena |
Estuvimos un par de días en Viena, recorriendo sus calles, pero todo lo bueno se acaba, ya que teníamos que volver a Venecia para tomar un vuelo a Barcelona... y comenzar el retorno para nuestros pagos, pero ya estábamos acá y se nos abrió el apetito de seguir conociendo esta parte de Europa, así que cambiamos los pasajes para Venecia que habíamos comprado en los trenes austriacos (OBB) para cambiarlos por un par de boletos para Budapest. Lo que nos convenció de cambiar nuevamente de itinerario fue una conversación con un par de chilenas en el hostel, las que nos comentaron en términos generales de Praga y de lo lindo que era y que volvieron en una empresa de buses checa, llamada Student Agency, con buenos precios y servicio. Cuando volvimos al dormitorio, nos dijimos, estamos acá y aprovechemos de ir a Budapest y Praga de una vez!!!. A la mañana siguiente, tomábamos el tren desde Westebanhof...pero no era cualquier tren, era uno de alta velocidad. Sí, reconozco el muy cavernicola, nunca había subido a uno de ellos, no por que no quisiera sino por que en Sudamérica lo que menos hay son trenes modernos, ya sean son de segunda mano o verdaderos ataúdes rodantes, pero esto era diferente, esto es primer mundo (¡me decía a mi mismo el muy bruto!)
Esperando tren a Budapest, Westbanhof, Viena |
Seguimos unas dos o 3 horas viendo este paisaje por Hungría, es decir, esta mezcolanza de resabios de la era socialista y algunos jirones de libremercado como los supermercados Tesco o los inefables Mc Donald'´s, llegamos a Budapest, tal vez, la ciudad más misteriosa del viaje, pero a la vez, más cercana y lejana a la vez, tal como nos daríamos cuenta después.
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