Había llegado el momento de dejar Río de Janeiro para viajar a São Paulo.
Tras cerca de 10 dias en la cidade maravilhosa, había que seguir viaje. Y esta vez el destino era São Paulo, desde donde había partido este viaje largo que ya comenzaba su fin. Después de despertar temprano, tomar desayuno y terminar de guardar las pilchas, me pido un Uber hasta la Rodoviaria Novo Río ¿Porqué? Simplememte por que no es tan fácil llegar a Novo Río con transporte público.
En teoría se puede, pero no me iba a arriesgar tomando en cuenta que viajaba un domingo y en todos lados, incluso Río, las frecuencias son algo malas.
Mínimo iba a tardarme una hora y algo todo el trayecto si viajaba en transporte público.Así que me fui en Uber (27 Reales, unos 4,90 USD), en un viaje de al menos unos 25 minutos desde Catete hasta la Rodoviaria Novo Río.
Llego a Novo Río, la cual es un terminal grande y funcional. Decido comer algo en el patio de comidas del Terminal Novo Río, ya que sabía que tenía un viaje de al menos unas 6 a 7 horas y el desayuno fue temprano.
Viajaba en la empresa Viação 1001, una de las principales empresas de transporte de pasajeros de esta parte de Brasil. Los buses de Viação 1001 salen desde un sector propio en Novo Río, donde tienen una especie de salon vip, que a lo sumo son asientos, agua y wifi, pero no más que eso.
El bus sale a la hora, es decir, a las 11:30 am desde la Rodoviaria Novo Río. Una cosa que llama la atención del viaje es que no viajas hacia el sur cuando sales para São Paulo sino que vas en dirección norte como si fueras a Belo Horizonte o Vitoria, pasando por suburbios como Duque de Caxias y desde ahí el bus dobla en dirección a Nova Iguaçu para tomar la carretera BR-116 que es la que nos va a llevar hasta São Paulo.
El pasaje del bus era un 99,9% de brasileños (y el único no brasileño quien escribe) la mayoría viajando a trabajar o estudiar a la ciudad paulista, ya que viajo un domingo al mediodia y se nota bastante dicho perfil de viajeros.
El viaje es en general sin mayores incidentes técnicos ni climáticos, por una ruta como la BR 116 en buen estado.
Eso sí, en la parte correspondiente al Estado de Río de Janeiro, hay mucha zona de curvas, lo cual lo hace algo peligroso para manejar para vehículos pequeños (demasiados camiones en la ruta) y más encima, los locales no son muy respetuosos de las normas de tránsito.
Tras 3 horas de viaje, el bus de la empresa Viação 1001 cruza el límite interestadual entre Río de Janeiro y São Paulo, hasta que llegamos a las cercanías de la localidad de Queluz, donde se detiene unos 30 a 40 minutos en un parador de la empresa Graal, de asidua presencia en las rutas fluminenses y paulistas. Acá aproveché de comer algo ligero (había hambre) ya que quedaban cerca de 3 horas y media de camino hasta llegar a destino.
Tras salir del parador, volvimos a tomar la BR-116 la cual estaba cargadísima de gente que volviá a São Paulo luego del paseo dominical. Por momentos no avanzaba nada, pensaba que había ocurrido un accidente, pero no, la ruta estaba hasta las manos de autos que volvían a la megápolis paulista, señal inequívoca que me dirigía a la mayor urbe de Sudamérica (y tal vez de Latinoamérica, lo siento Ciudad de México).
Pero no hay plazo que no se cumpla y deuda que no se pague, llegamos a São Paulo a la hora establecida (18:30 hrs), exactamente a la Terminal Tietê, terminando este viaje. Lo que sigue ya es otra historia.









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