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Madrid: nunca deja de sorprender (y otras cosas)

La Casa de Las Torrijas, cerca de Sol, Madrid

Estuve por motivos profesionales en Madrid durante una semana.

Era mi primer vez sólo en Europa ¿Porqué esa aclaración? Quien escribe había viajado por Asia y Europa siempre acompañado, pero esta era la primera vez que andaba por las rutas europeas en solitario. Es cierto, he viajado solo por años, pero no deja de ser por Latinoamérica en algún sentido, un lugar conocido dentro de todo. Europa -por mucho que sea fácil viajar y moverte- no deja de ser un desafío: logístico, material y más encima, dentro de un largo viaje.

Bar El Brillante, Atocha, Madrid

Pero bueno, esa semana en Madrid me confirmó algunas cosas: que tal vez sea de las ciudades que más me gustan en el mundo y cada vez más me molesta la gentrificación y la uniformidad en los lugares pensados para el turismo. Por suerte, Madrid -y eso que es de la ciudades en España y Europa de las más visitadas, aún tiene espacios y elementos que la hacen única.

Por ejemplo, los bares y las tabernas donde puedes tanto desayunar por unos pocos euros y en la tarde tomar cañas (cervezas) casi todos los días de la semana. En muchos casos son espacios no gentrificados, donde puedes ver la esencia de una sociedad como la madrileña que usa el bar como punto de reunión e interacción social con más fuerza que en otros lados. 

Tip Viajero: ¿Quieres ver como es una Taberna madrileña no gentrificada? lo puedes ver en este vídeo

En los días que estuve en Madrid me junté con una amiga mexicana afuera de un bar en la zona del mercado de Antón Martín un sábado a las 14 horas, muchos tomando como cosacos y el ambiente más parecía las 12 de la noche en Palermo -Buenos Aires- o en el Barrio Italia en Santiago que la hora después de almuerzo.

De copas un sabado a las 15 hrs, Madrid

Otro ejemplo: muchas de las tiendas -obvio que no me refiero ni a Primark ni H&M- que están en el centro madrileño han resistido de una u otra forma el paso del tiempo y la uniformalización, siendo en ocasiones verdaderas cápsulas del tiempo que te puedes topar en cualquier esquina de manera imprevista, sobre todo en el barrio de La Latina y Lavapies.

Un tercer elemento, sus calles, sobre todo en la parte que está al otro lado de Sol, por suerte aún existe el trazo de la ciudad medieval que fue creciendo lentamente a lo largo de los siglos y da gusto perderse en calles de no mas de 2 cuadras y que tienen un sistema de numeración muy diferente al existe en Argentina o Chile. Pero también las calles que rodean al mercado de Antón Martín no dejan de tener su encanto, pese a la gentrificación del barrio.

Calle de Santa Isabel, Madrid

Un cuarto elemento: la oda a la vida que hay en la ciudad. Movimiento todo el día, tanto de turistas como de locales, que no hay prácticamente distinción de cuando es domingo o día de semana en las calles del casco histórico madrileño.

Aunque Madrid tiene un pero: al ser la capital de España es también reflejo de como analizan y/o reconocen su historia reciente ¡No hay referencias visibles a la Guerra Civil ni al Franquismo!  solo las tienen arrinconadas en las exposiciones de Museos como el Reina Sofía con el desgarrador y hermoso Guernica de Picasso. 

Guernica, de Picasso (Museo Reina Sofía)

Ojo, no digo que hayan estatuas al dictador ni a su nefasto régimen, a lo que voy que no hay ni memoriales ni sitios que recuerden que en Madrid hubo una larga batalla en la Guerra ni que hubo años de represión sangrienta por parte del régimen -más allá de las 13 Rosas y otros fusilados en las paredes del Cementerio de la Almudena-  no hay ni un memorial ni un monumento al Nunca Más en el centro de la ciudad ni un museo que recuerde tal período histórico. Es más, por momentos parece que nunca hubiese habido franquismo en España y que la actual democracia lleva siglos. 

Pero bueno, cada sociedad enfrenta sus traumas como puede pero no deja de llamar la atención, sobre todo de donde soy -Chile- y de donde vivo -Argentina- donde los regimenes militares dejaron su huella de sangre y fuego que dura hasta hoy en día sin renegar del pasado ni edulcorandolo ni tirando un manto de amnesia, salvo por los negacionistas y similares.

Pero bueno, las cosas buenas son más que las malas y tengo que reconocer que Madrid nunca deja de sorprender a quien la visita más de una vez. Y este es mi caso, ciertamente.

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